ABRAZA EL SER VULNERABLE

En estos momentos estamos más vulnerables que nunca y no nos enseñan ni a mostrarnos así, ni a expresar emociones, ya que tendemos a relacionar la palabra con conceptos como debilidad, inseguridad, vergüenza o incomodidad.

Permitirnos ser vulnerables es un acto de valentía, nos ayuda a poder empatizar mejor con nuestro dolor y comprender el de los demás. El ser vulnerables nos dota de humanidad y de verdad. Al fin y al cabo, fuerte no es quien más soporta o quien aguanta más la máscara de felicidad absoluta, fuerte es aquél que se permite demostrar lo que siente, asumiendo errores y heridas. Se requiere de una gran fortaleza para permitirnos ser vulnerables en un mundo donde se valora tanto la seguridad, la eficacia o la fuerza.

Aquél que se atreve en un momento dado a dejar ir su coraza de aparente perfección, evidencia sin duda una notable valentía. Y que lo haga, no demuestra ni mucho menos una derrota o un acto de debilidad. La vulnerabilidad, y esto merece la pena recordarlo, no es una vergüenza, no es falta de fuerza, ni de arrojo personal, estamos ante un lado más del carácter humano, es en esencia, una parte más de nuestra naturaleza ahí donde lograr ser más sensibles a nuestras necesidades.

Yo recuerdo una vez, en una de mis clases como profesora, sentir la fuerza y la belleza de mostrarse vulnerable. Acababa de dejarlo con mi pareja y también había fallecido un familiar mío. Mi primera intención fue la de disimular, y llevar a cabo la formación con lo que yo creía que era profesionalidad, es decir, evitar mostrar tus emociones o vulnerabilidad.

Sin embargo, para alguien como yo es difícil porque dicen que expreso mucho las emociones con mi cara, lo cual siempre me ha hecho sentirme algo desnuda delante de las personas. Alguien notó mi tristeza y me lo comentó, tardé 3 minutos en derrumbarme y llorar delante de todos los alumnos. Me mostré vulnerable y humana con lo que sentía en ese momento y de allí surgió un abrazo precioso en grupo y apertura emocional de otras personas de la clase. Fue maravilloso. Una clase con un gran aprendizaje a nivel humano.

Desde aquel momento comprendí el poder de la vulnerabilidad, me acerqué aún más a mis alumnos, no sentí vergüenza, me sentí valiente y viva. Como dice Rene Brown una de las grandes estudiosas del tema: “Estoy muy agradecida por sentirme vulnerable, porque implica que estoy viva”.

Estrés versus distrés.

Hola hoy os voy hablar de unos términos muy comunes en nuestra sociedad actual pero mal utilizados. Normalmente cuando explico esto en mis clases, los estudiantes suelen entender mejor la diferencia entre estrés y distrés. La naturaleza es muy sabia y todo esto proviene de la etapa prehistórica en las cavernas, allí se originó el famoso estrés como una manera de supervivencia.

Cuando no teníamos casas ni fuego y vivíamos a la intemperie surgió el estrés como una forma de alarma por si venia un peligro real como un león, entonces segregamos dos hormonas llamadas cortisol y adrenalina que ponen todo nuestro cuerpo en alarma para huir. Este estrés no es malo, sino necesario….

Es el que te hace levantar cada mañana cuando suena el despertador para ir a trabajar; vamos, el que te pone las pilas… sin él nos quedaríamos durmiendo tan a gustito.

En cambio, el distrés, que es el más común actualmente y el negativo, estamos tan acostumbrados a él y a sus síntomas que no nos paramos a pensar en lo que provoca y afecta a nuestras vidas; cansancio físico o mental, conflictos interpersonales, enfermedad crónica, disminución del sistema inmunológico, desequilibrio emocional, insomnio etc. son solo algunos ejemplos.

Vivimos como si continuamente nos persiguiera un león. Es curioso porque ahora que estamos más protegidos que nunca porque no vivimos en la selva y tenemos viviendas y demás comodidades, vivimos con un miedo irreal continuo, tenemos más distrés que nunca.

Yo soy una persona nerviosa y cuando aparece mi distrés me digo: “No hay ningún león, vive el presente y no anticipes”. Suele ayudarme a comprender que me estoy generando un daño y presión innecesaria.

Espero que esto os pueda ayudar a comprender mejor que en la vida no hay tantos peligros como creemos y vivir el presente y practicar deporte y meditación nos puede ayudar y mucho.

¡Así que a quitarse los leones de la cabeza y a fluir y estar en paz! cosa que ya sabemos que es difícil, pero lo podemos lograr o, al menos, intentar.

Reinventarse en tiempos de Covid.

Son tiempos difíciles, lo sé, pero cada crisis encierra en sí misma una lección. Es un hecho que nos encontramos en tiempos de gran inseguridad y confusión.

Sin embargo, con las crisis estamos más permeables y dispuestos a aprender y a ser más creativos.

Como dijo Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien si hacemos siempre lo mismo, la creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura”.

La rutina cotidiana no supone aprendizaje alguno, pero cuando nos disponemos a descubrir nuevos caminos desconocidos, puede abrirse un nuevo horizonte lleno de esperanza y vida.

En estos días hablo con muchos amigos y conocidos, muchos de ellos han perdido su trabajo y ven su futuro oscuro. Yo siempre he sido muy fan de reinventarme porque te hace aprender e ilusionarte con nuevos proyectos.

Por ejemplo, he sido enfermera, profesora y ahora terapeuta, y animada a crear un blog para influenciar positivamente y ayudar a las personas. Quizás en un futuro me gustaría ser ¿periodista? ¿Por qué no? La vida es muy larga y podemos ser y hacer muchas cosas.

Por ejemplo, el otro día me llegó un vídeo de un amigo para su madre que está en una residencia, salía bailando e interpretando temas de Mecano, me pareció muy gracioso y también artístico y pensé: ¿quién sabe? quizás lo sube a la red y triunfa. Otro amigo ha descubierto que es bueno en la cocina, y le animé a llevar comida a domicilio.

También recuerdo con cariño y admiración una alumna mía que con 60 años estudió auxiliar de enfermería, después de ser pintora muchos años. Actualmente trabaja en una residencia como socio sanitaria y utiliza su experiencia de la pintura para crear talleres para ancianos.

Todo es posible. Podemos hacer muchas cosas. Los seres humanos tenemos capacidades que ni conocemos. Todo es cuestión de explorar, de no tener miedos, de ser valiente y empezar una nueva etapa, de vivir más que nunca y de ser protagonistas de nuestra propia historia.

Las crisis no son tan malas, como dicen, son oportunidades de cambio, de reinventarse en tiempos de Covid.

Poner felicidad fuera es fuente de sufrimiento.

Casi todos somos buscadores de felicidad. Creemos que si conseguimos nuestras metas o sueños seremos felices. Buscamos y anhelamos como un perro a un hueso, y desesperados ponemos siempre el foco fuera.

A ver si os suenan estas premisas:

  • Cuando encuentre mi hombre, seré feliz
  • Cuando consiga ese puesto de trabajo, seré feliz
  • Cuando tenga mucho dinero, seré feliz
  • Cuando vaya de viaje a ese lugar paradisíaco, allí encontraré la felicidad

Así incansablemente nos comportamos como galgos en una carrera para encontrar la felicidad.

Si además añadimos que todos anhelamos que nos quieran y ser importantes para otros, se complican aún más las cosas. Te lo explico desde mi propia experiencia, viviendo siempre hacia afuera, esperando y anhelando que cosas externas me hagan feliz.

Cuando digo cosas externas también me refiero a personas; esperando esa llamada de alguien que no llega, esas palabras que me hagan sentir querida y valorada, esa aprobación externa, se halago o muestra de cariño, dando y esperando recibir de una forma consciente o inconsciente. Así, desde mi punto de vista, vives poniendo tu felicidad fuera, si eso no llega o no está, te sientes desdichado, frustrado y, por lo tanto, infeliz.

Así, tras mucho trabajo personal, terapia, libros de autoayuda, años de sufrimiento, batacazos de la vida, decepciones, viajes, etc. voy viendo y descubriendo que la felicidad está en uno mismo, que yo soy la única que de verdad me puedo dar ese amor, que yo decido sufrir o ser feliz conmigo misma, que tú mismo eres tu maestro, tu cuidador, tu mejor amigo. Y cuando descubres eso, nadie ni nada te lo puede arrebatar.